Cultura, el cuidado del humano por el humano mismo

Su origen en el tiempo es difuso

¿Quién estuvo ahí para atestiguarlo?

De cualquier forma, habrá sido hace mucho, más de lo que da la imaginación y la memoria.

La palabra cultura nació como un potro rebelde, incapaz de permitir sobre si misma cualquier forma de dominio.

Por más que se piense, es lo que para muchos no es y otros tantos, quizá la mayoría, suponen lo que es sin tener la menor idea.

Su llegada al vocabulario semeja la intromisión de un espía escurridizo que pone a prueba la capacidad de consenso de los humanos y demuestra como 7 letras agrupadas en tres sílabas tienen el poder infinito y suficiente para confundir al mundo siempre.

Alguna vez en el mar inmenso de internet se me atravesó un video sobre un coloquio acerca de la cultura realizado en Madrid. Un intelectual que rondaría los sesenta años, en una suerte de malabar discreto y efectivo dijo, no nos confundamos más, la cultura se refiere al cuidado y como es indisoluble al humano, no hay más que su significado apunta al cuidado del humano de si mismo.

Me pareció que había surgido el jinete indicado para domar al potro de los significados más agrestes.

Cierto, si se menciona la palabra agricultura, nadie duda que es el cuidado de la tierra, si se menciona floricultura, nadie duda que es el cuidado de las flores pero si al término cultura se le deja solo, resulta que a los ojos de todos es la experiencia idéntica a la que ha de pasar un perro en el periférico.

Cultura

La palabra que nos domina y nos confunde, es inmensa la cantidad de personas que suponen que cultura es arte y otros que confunden cultura con educación.

A la manera de aquel intelectual español, había que salir al ruedo de las letras para tomar a la palabra por los cuernos y hacer que signifique lo que tanta falta nos hace que signifique.

Ahora que hemos olvidado que el humano es capaz de cuidarse así mismo y en cambio tenemos presente que el humano es capaz de destruirse a si mismo, es tremendamente indispensable y urgente tanto como la respiración, reconocer el significado que tenemos extraviado.

Hay un significado sin palabra y una palabra sin significado.

La imagen que desde Cuernavaca habrá viajado por el mundo, en la que un joven de 20 años, pegado al pecho de su padre, llama por teléfono celular a su madre para avisar que les han disparado, es la escena contundente de lo más opuesto a la cultura, la destrucción del humano por el humano mismo.

Sin duda, la ruta correcta para despojar al mundo de la violencia es apelar a la cultura, proceso incomprensible, lejano, complejo, difuso y aun con todo certero.

¿Alguna vez lo entenderemos todos?

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Autor: Miguel de la Cruz

Miguel de la Cruz, el único periodista de cultura con una trayectoria de más de 30 años en televisión. Egresado de la Licenciatura en Comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana y colaborador de Canal Once desde diciembre de 1989 hasta la fecha. Recibió el Premio Nacional de Periodismo Cultural por parte de la Universidad Autónoma de Yucatán y la plataforma de periodistas culturales Manos libres en el marco de la Filey y el Premio de Periodismo Cultural Fernando Benítez que entrega la Universidad de Guadalajara en la Feria Internacional del Libro de esa ciudad.

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4 Comentarios

  1. Me es tan claro ahora, porque cuando matan a alguien, siento se muere un mundo íntegro y a su vez, morimos todo en una porción suficiente para dejar ser humanos en cierta medida

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  2. La cultura no hace sensibles a todo los que nos rodea,y por ende felices.graciad

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  3. La cultura, es y será indispensable para la vida de todas las naciones.
    Y reflejo de los valores y amor no solo por su país, sino por el respeto al prójimo.

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      Estoy de acuerdo, el cuidado que se procura el humano, sucede cada que lo satisface sus necesidades físicas, intelectuales y emocionales, solo los procesos culturales hacen posible cumplir esta misión.

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