Cien años de avatares por Cien años de soledad.

Pocos minutos rebasaban en el reloj las 7 de la mañana, al levantar el vuelo por los cielos de internet, encima de un entramado abecedárico…

Letras en el teclado, letras en la pantalla, letras dormidas en varias pilas de libros, hasta las letras infinitas que en la brevedad de su dimensión parecen guardar con celo el contenido del bote de aerosol sanitizante, arma de nuestros días, cuya presencia advierte el rondín en el ambiente del mundo de la potencial letalidad del coronavirus.

En el mosaico Youtube de posibles contenidos por ver, una imagen se abrió paso entre todas, como si buscara las miradas, era una figura enfundada en un saco de lino blanco con el destello alegre de una corbata que parecía gritar la tropical ubicación geográfica de la escena, el portador de estos atavíos, nada menos que el premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez.

Vestigios de una cabellera rizada coronaban el rostro en el que sobresalían unos lentes de graduación intensa y el gris rotundo de un bigote que bailaba al son de la inquietud que a los labios imponía la movilidad de su discurso. A la espalda del personaje, un par de soles con los matices de la bandera colombiana, acentuaban los cuatro renglones de letras delgadas que como título de libro anunciaban, El IV Congreso Internacional de la Lengua Española.

Es el auditorio del Centro de Convenciones de Cartagena de Indias, una audiencia con presencias notables, Álvaro Uribe, presidente de Colombia, los Reyes de España, Carlos Fuentes, Bill Clinton, ellos y todos, testigos del arte prestidigitador de un mago de las palabras.

El video procede del 2007 y al momento suma la discreta cantidad de 89 mil 704 vistas, https://youtu.be/VaC9yIgFQ38 en la brevedad de 14 minutos con 15 segundos promete un acontecimiento literario que anuncia otro, la edición de un millón de ejemplares de la novela Cien años de soledad.

Después de un largo saludo, con silencios extensos entre pronunciaciones puntuales, el orador hace sentir el ritmo particular de su retórica como signo de la señorial apropiación del espacio y el tiempo circundante.

“Ni en el más delirante de mis sueños, en los días que escribía Cien años de soledad, llegué a imaginar que podría asistir a este acto para sustentar la edición de un millón de ejemplares”.

Y ni en el invierno de su existencia, García Márquez se desprendió de la vena de su oficio original, entre disparos de apuntes literarios inigualables, filtró en su discurso genialidades periodísticas.

“Los lectores de Cien años de soledad son hoy una comunidad que si viviera en un mismo pedazo de tierra, sería uno de los 20 países más poblados del mundo”

Abundantes momentos memorables los del discurso, como cuando el escritor colombiano describió, “…Lo que podía ser motivo de otro libro mejor, sería como sobrevivimos Mercedes y yo con nuestros dos hijos durante ese tiempo en que no gané ni un centavo por ninguna parte”.

En contraste, pocos momentos de una generosidad monumental, sobre todo por la satisfacción gozosa de decirlo “Ni siquiera se como hizo Mercedes para que no faltara ni un día la comida en la casa”.

Nunca aplauso más justo que aquel que gano al sonido de la voz de García Márquez para interrumpir la continuación de sus palabras y posicionar el estruendo de la ovación, reconocimiento a la prestidigitación doméstica de la Señora de la Casa, a quien inundó la paciencia y confianza antes que la desesperación y enojo con lo que hizo posible la existencia de una de las grandes joyas de la literatura universal.

Entre millones de contenidos en la red, presenciar esta infinitesimal anécdota, recompensa con elementos para la reflexión sobre los inexplicables avatares que el proceso de creación literaria en cuestión tuvo que pasar desde la navegación insospechada de varias páginas en un charco de lluvia, el imposible auxilio monetario de la casa de empeño ante la sorpresiva falsedad de las alhajas de familia, hasta el equívoco envío postal de la segunda y no la primera parte de la novela a la editorial Sudamericana.

Un banquete que testimonia las intrincadas rutas que de pronto tienen las más valiosas creaciones humanas.

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Autor: Miguel de la Cruz

Miguel de la Cruz, el único periodista de cultura con una trayectoria de más de 30 años en televisión. Egresado de la Licenciatura en Comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana y colaborador de Canal Once desde diciembre de 1989 hasta la fecha. Recibió el Premio Nacional de Periodismo Cultural por parte de la Universidad Autónoma de Yucatán y la plataforma de periodistas culturales Manos libres en el marco de la Filey y el Premio de Periodismo Cultural Fernando Benítez que entrega la Universidad de Guadalajara en la Feria Internacional del Libro de esa ciudad.

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5 Comentarios

  1. Desde Tlajomulco de Zúñiga un abrazo fraterno y felicidades. Soy de origen Colombiano y naturalizado Mexicano. He seguido parte de la obra y de la vida de mi paisano Gabriel García Márquez, quien es uno de los dos personajes que más admiro en la historia del siglo XX colombiano. El otro es el padre Camilo Torres Restrepo, sacerdote revolucionario insurgente, sociólogo, militante en el Ejército de Liberación Nacional, autor de varias obras y una cartilla sencilla pero elocuente llamada El Amor Eficaz. Si los Colombianos nos hubiéramos propuesto leerla bien, analizarla y difundirla hoy Colombia sería Territorio de Paz, Justicia Social y de Poesía, porque la Poesía y el Amor también nos ayudan a ser solidarios y construir países con Derecho a Vivir Dignamente. Felicidades por tu premio y por tu inmenso trabajo. Atentamente, Fernando Acosta Riveros, Colombiano-Mexicano

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  2. Muchas gracias por compartir, interesante comentario, rescatar esas experiencias, dan otra perspectiva al personaje y a la novela. Como siempre, usted, ofrece si punto de vista y provoca mayor impacto en la lectura:gracias.

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  3. Miguel, le agradezco tanto, compartir esta anécdota tan emotiva y entrañable. Siempre es un deleite leerle.

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  4. Felicidades Miguel de la Cruz, un hermoso texto.
    Gracias por compartir.
    Saludos desde Puebla.

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