Celular contra libro

Ideal sería que la mirada escapara con ansiedad irrefrenable para planear su vuelo sobre las palabras de un libro.

Tarde se me hace para comenzar a leer, diría el protagonista de esa escena.

Las miradas prófugas existen, sin embargo, parecen no escapar a la voluntad de los humanos sino a los libros mismos.

¿Cuántas veces con la certeza de un proyectil, la mirada se lanza sobre el teléfono celular, esclava de las redes?

Una máxima se desprende de estos panoramas disímbolos: El libro y el celular no serían lo que son sin la lectura.

Cierto, los libros se pueden llevar en el celular pero lo que la gente hace mayoritariamente en el dispositivo es leer y escribir en redes sociales

Redentor de los nuevos tiempos, el teléfono celular socorre en instantes de silencio o soledad y aun en compañía, cuando el tema en el ambiente no promete derroteros atractivos, ahí está su pantalla abierta al mundo para encontrar mejores atmósferas.

El panorama tal como está, invita aun por curiosidad a aventurar una pregunta:

¿Cuántos libros leeríamos si cada mirada prófuga no va a parar a un celular sino a un libro?

Suficiente, navegación efímera por la red y de inmediato aparece quien ya se ha había hecho la misma pregunta, Charles Chu, un escritor, editor que expuso el tema en la revista Quarz.

Ahí comenta que le impresionó escuchar del multimillonario Warren Buffett que el secreto de su éxito es acumular conocimiento mediante la lectura de 500 páginas al día.

Sin hacer muchas cuentas no cuadran 24 horas del día y 500 páginas leídas, entonces Chu publicó sus cálculos, si en promedio una persona puede leer de 200 a 400 palabras por minuto y un libro que no es de ficción tiene alrededor de 50 mil palabras, vasta multiplicar 200 libros x 50,000 palabras, para saber que el reto es leer 10 millones de palabras, a un trote de 400 palabras por minuto, requieren 25,000 minutos o sea 417 horas, la lectura de 200 libros, en términos redondos, implica poco mas de 17 días completos de lectura.

Chu midió su alcance y dedicó tanto como pudo a la lectura para obtener poco menos de la mitad de Buffett, nada mal, 200 libros al año.

La realidad que no reconocemos del todo es que el ser humano,
además de satisfacer las necesidades básicas, comer. dormir, defecar y fornicar, requiere satisfacer sus necesidades mentales y emocionales, y eso sucede si cotidianamente le confirman que “es y está”.

La única forma de que eso suceda es que otro como yo me responda cada que digo algo, emito signos o señas, eso abre la posibilidad de recibir respuesta, la función única de la respuesta es que al recibirla confirma que “soy y estoy”.

Si esto pareciera increíble, pensemos en la situación opuesta, si estuviéramos aislados sin forma de confirmar que somos y estamos, sin nadie que responda a lo que decimos o emitimos, tiempo después perderíamos la razón, al no confirmar que somos y estamos, literalmente perderíamos sentido, la razón y el final es la locura.

Por eso, bendito teléfono celular que siempre tiene la posibilidad de hacer que la respuesta llegue, a veces algunos no responden los mensajes pero no todos, ese dispositivo es garantía de que recibiremos un signo, unas palabras, una llamada, que diga lo que diga, confirmará que somos y estamos.

Es obvio que el teléfono es infinitamente efectivo para eso y el libro les resulta igual para algunos pero no a todos. ¿Cómo hacen los buenos lectores para encontrase a si mismos en los libros ? Tema para una próxima reflexión.

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Autor: Miguel de la Cruz

Miguel de la Cruz, el único periodista de cultura con una trayectoria de más de 30 años en televisión. Egresado de la Licenciatura en Comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana y colaborador de Canal Once desde diciembre de 1989 hasta la fecha. Recibió el Premio Nacional de Periodismo Cultural por parte de la Universidad Autónoma de Yucatán y la plataforma de periodistas culturales Manos libres en el marco de la Filey y el Premio de Periodismo Cultural Fernando Benítez que entrega la Universidad de Guadalajara en la Feria Internacional del Libro de esa ciudad.

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2 Comentarios

  1. Hola apreciable Miguel de la Cruz

    Me fascina el olor del libro, las distintas tipografías, portadas con sus imágenes, etcétera.
    ¡Sentirlo en la palma de mis manos!

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  2. No hay como la textura de un libro y el olor, la belleza de las palabras.
    Disfruto ver mis libros, en casa y te leer algunos.

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