Alguna vez olvidó su Stradivarius en un taxi

Cual más dirá que es noticia vieja pero ha de ser anécdota toda la vida. Aun cuando el protagonista de la historia decidió evitar el tema unos años después, ha de llevar en el fondo y por encima de su memoria lo insólito de su avatar.

Phillippe Quint emigró de su natal San Petersburgo a Estados Unidos, cuando tenía 17 años, procedía de la afamada escuela especial de música para niños dotados de Moscú y había debutado a los 9 años interpretando el Concierto No. 2 de Wieniawski.

En 1998 se graduó de la Escuela Julliard y 10 años después, el 20 de abril, al regresar de una presentación en Dallas, olvidó en el taxi que lo llevó de Newark a Manhatthan, un violín Stradivarius que data de 1723 y valuado en aproximadamente 4 millones de dólares.

El taxista, Mohammed Khalil, un egipcio-norteamericano que dos décadas atrás se había establecido en Estados Unidos,  en cuanto miró hacia atrás del respaldo de su automóvil, decidió devolver el violín.

La sangre le regresó al cuerpo a Phillippe Quint, cuando la policía le informó que las cuerdas de su valioso instrumento ya esperaban la danza de sus dedos. El violín no le pertenecía, era propiedad de dos mecenas que lo apoyaban.

Gratitud propia de los grandes mostró Phillippe Quint, entregó al taxista lo que llevaba en ese momento, 100 dólares y posteriormente ofreció un concierto en la base donde abordó el taxi.

Muchas veces ha estado Phillippe Quint en México y ahora en el marco de la edición 31 del Festival del Centro Histórico es parte de la programación en la que emprenderá la combinación de sonidos del barroco y el jazz.

A veces llega a dedicarle a su instrumento 10 horas al día y aun así, en un indeseable instante lo invadió el olvido como para bajarse del taxi sin él, sin embargo, parece ser tanta la energía que comparten la madera del Stradivarius y la piel de Quint, que continúan siendo el uno para el otro y en conjunto para el placer auditivo del público.