migueldelacruzcultura Acuario Inbursa @AcuarioInbursa

Rara vocación marina parece tener un predio ubicado en el cruce de la Avenida Miguel de Cervantes Saavedra y Ferrocarril de Cuernavaca. Durante años en ese lugar hubo un local de minúsculas dimensiones, que no contaba con más que una cortina de acero y una ventana discreta, su aspecto respondía a las características modestas de una lonchería, oportuno establecimiento destinado a saciar el apetito de los obreros que laboraban en los alrededores, principalmente en la armadora de autos General Motors. En el interior de aquel espacio, siempre pintado de verde, la preparación de los alimentos estaba muy lejos de la comida casera o la socorrida gama de antojitos placeros. Ahí se preparaban mariscos en las modalidades mas conocidas, coktel de camarones, ceviche, vuelve a la vida, ostiones y filete de pescado. La autenticidad de los sabores fijaron una tendencia creciente en la conquista de paladares asiduos a la comida del mar, el minúsculo local sumó a sus atractivos un conjunto jarocho y otro aunque menos marítimo tanto o más resonante con la redoba y acordeón. En fin que las paredes apretaron los sabores que siempre se desbordaron para generar filas de espera. Sin embargo, hubo espacio para extenderse, en la plenitud de su éxito culinario, ya al sitio se le identificaba como El Chimbombo, mote con el que se reconocía a su dueño, hombre de figura gruesa, bajo de estatura, moreno, con cabello rizado, a quien muchos saludaban con familiaridad en sus dominios o en las instalaciones del deportivo Ymca, del que era socio. En un impulso arquitectónico titubeante, la construcción creció hacia el fondo y levantó un tipo de casa que no dejó de ser restaurante. Un borbotón de mariscos entre las vías del Ferrocarril de Cuernavaca. La armadora General Motors se fue, una fábrica de llantas que estaba enfrente, también y comenzaron a brotar condominios, edificios de oficinas, tiendas de autoservicio, cines, un museo primero otro mas después y al entorno le sobraba El Chimbombo por más fama del buen hacer en la comida del mar tuviera. Ante la imponente estructura del Museo Soumaya, el conglomerado de paredes de la fonda que paso a restaurante, simulaba un hongo sin sentido en un paisaje urbano propio de primer mundo. El Chimbombo desapareció. Ahora, ahí mismo sigue habiendo especies del mar, 5 mil para ser mas exactos, mismas que nadan en 22 millones de oceánicos litros procedentes de Veracruz. Lugar con vocación distinta a la de sus orígenes, donde no se come sino que se observa, lo mismo un tiburón, que una tortuga o una raya. 129 pesos la entrada y varios pisos hacia abajo el recorrido por las ventanas de extractos de océano. Sigue habiendo fila en espera, pero el nombre del Chimbombo solo está en un rótulo de una fachada falsa que aparenta la instalación de un local modesto a unos pasos de una playa simulada. El acuario Inbursa @AcuarioInbursa , siempre rodeado de gente que avanza hacia la entrada en un movimiento casi imperceptible, rumbo a conocer lo que guarda en su interior, se percibe la expectativa por hacer posible el contacto visual con el mar y su fauna, aun a cientos de kilómetros de la costa.

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Autor: Miguel de la Cruz

Miguel de la Cruz, el único periodista de cultura con una trayectoria de más de 30 años en televisión. Egresado de la Licenciatura en Comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana y colaborador de Canal Once desde diciembre de 1989 hasta la fecha. Recibió el Premio Nacional de Periodismo Cultural por parte de la Universidad Autónoma de Yucatán y la plataforma de periodistas culturales Manos libres en el marco de la Filey y el Premio de Periodismo Cultural Fernando Benítez que entrega la Universidad de Guadalajara en la Feria Internacional del Libro de esa ciudad.

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1 Comentario

  1. Wow, qué padre recorrido por la historia de este lugar que aún no visito. Es una tristeza que lugares con una bonita leyenda como El Chimbombo hayan tenido que ceder su espacio por el auge de los nuevos tiempos. Y sí, el cruce siempre me pareció extraño para poder albergar algo y ahora mucho más extraño un acuario de monumentales dimensiones. Ya lo visitaré. Muchas gracias por su recomendación y texto, maestro Miguel.

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