El oído, un atleta de la lectura.

Cancelar la capacidad de oír es casi imposible, a diferencia de los ojos, que dejan de ver con solo bajar los párpados, el oído, aun sin querer, funciona.

Ferozmente eficaz, revela eficiencia rotunda al transmitir con agilidad contenidos de manera inmediata.

¿Alguien estará consciente de esto?

Quizá más que nadie, inversionistas e investigadores de empresas que constantemente buscan satisfacer con mayores ventajas las necesidades humanas.

Siendo la nobleza propiedad indiscutible del oído, no es casual que ahora haya tanta tecnología dispuesta para oír y tantos contenidos disponibles auditivamente.

La simple observación cotidiana en lugares públicos, donde el tiempo de espera es constante, resulta frecuente la escena en la que la mayoría de las personas llevan audífonos.

Aun si esto fuera solo una sospecha, los números con suficiencia, confirman la realidad.

La revista electrónica española IT Reseller, especializada en tecnología, destaca en un artículo publicado el 7 de septiembre de 2017, que de acuerdo con un estudio reciente de la consultora ABI Research, las ventas de auriculares pasarán de 6 millones de unidades en 2017 a 11 millones en 2022.

Cifras que probablemente se queden cortas, ya que entre los accesorios que incluyen los teléfonos celulares, están los manos libres que por su aspecto y función se puede considerar dentro de las características de los audífonos, y ahora mismo en el mundo, de acuerdo con un artículo publicado el 30 de mayo de 2019 en el diario argentino El Clarín, cada día se venden poco más de 4 millones de celulares

Los audífonos son un invento que data de 1891 y se debe a un ingeniero electrónico francés, Ernest Jules Pierre Mercader, que tuvo la ingeniosa idea de buscar una forma de favorecer la privacidad y comodidad durante la comunicación telefónica.

Lo logró con creces, claro, su invento ha ido de menos a más, a finales de la década del 70 se popularizó un audífono blanco, característico por la fragilidad de su cable que con el mínimo movimiento brusco quedaba inservible.

Poco a poco el perfeccionamiento ha aportado características más ventajosas, si bien los cables de los audífonos durante décadas han sido la metáfora por excelencia de los enredos más engorrosos, ahora mismo se vive el auge de los audífonos inalámbricos.

En este contexto, alguien visualizó la lectura desde la perspectiva del oído, quizá solo tuvo que recuperar las etapas primigenias de la lectura, cuando pocos eran los que sabían leer y estos transmitían los contenidos escritos de manera oral.

La lectura fue un acto colectivo en el que uno leía en voz alta y muchos atentos recibían las palabras convertidas en sonido.

Hace unos meses una amiga publicó en Facebook que había inscrito a su madre en una plataforma para acceder a audio libros y en poco tiempo sumaba más de 30 títulos auditivamente leídos.

Hasta no ver no creer, así que me comuniqué con ella y le pregunté si la tendencia de la desaforada actividad lectora de su madre por medio del oído continuaba

Así es, confinada por pandemia, con la vista disminuida ha entregado su tiempo a que una voz desde una plataforma le cuente historias y cada dos o tres días concluye un libro.

Hace ya alrededor de 7 años en la Fil Guadalajara se mencionaba el crecimiento sostenido en la venta de audiolibros en Estados Unidos, hay quien dice que eso no es lectura, sin embargo, no se vislumbra argumento contundente que logre comprobarlo.

La diferencia es simple, mientras que unos descifran las palabras con la vista, otros comienzan a preferir el oído.

No es difícil encontrar casos en los que un libro tan sonado como Cien años de soledad, sea un proyecto de lectura latente con varios intentos de avance y conclusión fallidos, en contraste, la versión íntegra y original en audio libro, se ofrece en 9 horas.

Al leer cada quien escucha la voz propia o la que imagina, de hecho pronunciarla aun en silencio, atrofia la agilidad lectora y hace este proceso infinitamente más lento. Quien se entrega a la lectura mediante el oído, habrá de aceptar el timbre y ritmo de voz del narrador, porque aun no existe la plataforma que ofrezca una lectura con la diversidad de voces que la historia en cuestión requiera, esto elevaría el costo hasta hacer al formato inviable.

El valor de una voz singular y extraordinariamente atractiva, sea masculina o femenina, habrá de convertirse en una característica de cotización notable, cuando, a razón de su cualidad sonora, gane preferencia entre los lectores auditivos.

Nada mal proponerse ir por las mejores historias en voces increíbles.

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Autor: Miguel de la Cruz

Miguel de la Cruz, el único periodista de cultura con una trayectoria de más de 33 años en televisión. Egresado de la Licenciatura en Comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana y colaborador de Canal Once desde diciembre de 1989 hasta la fecha. Recibió el Premio Nacional de Periodismo Cultural por parte de la Universidad Autónoma de Yucatán y la plataforma de periodistas culturales Manos libres en el marco de la Filey y el Premio de Periodismo Cultural Fernando Benítez que entrega la Universidad de Guadalajara en la Feria Internacional del Libro de esa ciudad.

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3 Comentarios

  1. Mi estimado Miguel, que interesante artículo, a mi me gustan los audiolibros; aquí en Queretaro RTQ radio solían trasmitir todos los días media hora narrada de diferentes novelas y las voces masculina y femenina siempre muy amenas. Y qué decir de tu voz, me encantaría que alguna vez escucharte narrando alguna novela o cuentos. Saludos

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      Hola Marcela, muchas gracias por tu lectura. Ya he pensado en grabar algún audiolibro, espero se de la oportunidad. Saludos

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  2. Miguel muchas gracias por compartir, y efectivamenteque importante son la entonación y la voz , hacen que un texto pueda ser tomadono no en cuenta

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