Previo a la FIL 2014
Dibujamos en cada rostro una sonrisa ante la promesa de inmovilizarnos en una fotografía. Jesús Alejo, Carolina y yo, respondimos así a Irma Gallo que nos enfocó con la espalda de su teléfono. Horas antes, en uno de los salones del Hotel Hilton de Guadalajara, recibimos la noticia para transmitirla, Claudio Magris, el escritor italiano, resultó ganador del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances. Si bien en la foto aparece apabullante un ventanal con su derroche de luz y el verdor de unas plantas, había más que sólo lo aparente, estábamos rodeados de personas que también atestiguaron el anuncio literario. Nada entre nosotros se habló del galardonado, todos sabíamos de quien se trataba pero es probable que la mayoría no lo hubiera leído aún. Sin cargo de conciencia, después de ver una grabación en youtube en la que un joven pregunta en distintos espacios de una universidad.
italiana ¿Quien es Claudio Magris? Después de 20 entrevistados surgió el primero que dijo, “Un escritor”. En algún momento previo o posterior a la foto en cuestión, se comentó que Magris había respondido con generosa amabilidad a las preguntas que le hicieron los reporteros via telefónica y que escucharon todos los asistentes al anuncio, actitud lógica al tratarse de un atleta de la palabra razonada. Condición evidente tan solo al apreciar en internet las entrevistas y conferencias de este escritor, traductor y profesor de la Universidad de Trieste, nacido el 10 de abril de 1939. En cada una de esas imágenes se observa que Magris toma la palabra para avanzar con ella a gusto y sin pausa, se percibe su afinidad por la conversación y la expresión de sus ideas. En una entrevista realizada por Pedro Ladrón de Guevara, publicada en el portal de la Universidad de Murcia http://www.um.es/, Claudio Magris dice, “me gusta escribir en un sitio donde la realidad transcurre alrededor. La mesa de un café es como la tabla de un naufragio. Ciertamente no me gusta el ruido, aunque sí el murmullo de la vida”. Enunciados en los que se asoman los intrincados caminos de las reflexiones propias de un observador agudo, pensante profundo, merecedor, sin duda, del Premio FIL de Literatura. Un suceso que provocó la cobertura periodística, la convivencia y el gozoso espacio de la comida, suficientes motivos para que aparecieran esas tres sonrisas en la fotografía.